El Bambú Y El Helecho
Lectura: Jeremías 17:5-8
(Job 29:19) “Mi raíz se extiende hacia las aguas, y el rocío se posa de noche en mi rama.”
Muchas veces el desanimo viene cuando no entendemos el propósito de Dios en nuestras vidas o cuando perdemos vista del plan de Dios para nuestras vidas. Cuando hacemos esto, olvidamos también que Dios es soberano y nada de nuestras vidas se escape de Su omnisciente y omnipotente cuidado de nosotros. Pero nunca debemos perder vista del hecho de que Dios, sí, esta en control de nuestras vidas o más importante aún, del hecho de que Él nos ama. No es cualquier amor de que estamos hablando, sino un amor que verdaderamente vela por nuestro bien estar.
Leí de este ejemplo de una persona que estaba angustiosamente desanimada hasta que Dios habló y dio un ejemplo maravilloso de Su obra en nuestras vidas. La persona decía en su relato así: “Un día decidí dejar todo; mi trabajo, mi espiritualidad, ¡Pues todo! Salí al bosque para tener una última charla con Dios.
“Dios”, dije. “¿Me puedes dar una razón para no dejar todo?” Su respuesta me sorprendió. “Mira alrededor,” me dijo, “¿Ves tú los helechos y el bambú?” “Pues, sí”, repliqué un poco perplejo por la dirección que había tomado nuestra conversación.
“Cuando sembré las semillas de los helechos y bambú, las cuidé con toda diligencia. Las di luz y también las regué con agua adecuada para las necesidades de cada semilla. Los helechos brotaron luego y comenzaron a crecer rápidamente. Su color verde brillaba y cubría el suelo del bosque. No obstante, de las semillas del bambú, nada de resultados se manifestaba. Pero no dejé de esperar que algún día viera brotar sus hojas verdes de la tierra.
En el Segundo año el helecho creció aún más y llegó de ser vibrante y abundante. Con todo, este año no se dejaba ver resultados del cuidado del bambú... pero no dejé de esperar. En el tercer año la semilla del bambú todavía no había nacido, pero no me di por vencido y lo mismo pasó en el cuarto año.
“Por fin, en el quinto año apareció una pequeña hoja del bambú. En comparación con el helecho lo que había brotado era tan pequeña que parecía que era casi insignificante. ¡Pero seis meses después el bambú había crecido a una altura de más de 33 metros!
Los cinco años que no se manifestaba nada por la superficie de la tierra, yo estaba haciendo crecer sus raíces fuertes y profundas de tal manera que cuando por fin irrumpía para crecer con su impresionante rapidez tuviera el fundamento con suficiente firmeza, fuerza y profundidad para aguantar su imponente estatura. Jamás daré a una de mis criaturas un desafío que no podría soportar.
“Hijo Mío, ¿Sabías tú que todo este tiempo que has estado luchando, lo que yo he estado hacienda en ti es ayudarte crecer y desarrollar tus raíces? No flaqueé con el bambú y tampoco me voy a desalentar contigo.”
“No te comparas con los demás.” Me dijo. “El bambú tiene un propósito distinto que el helecho. Sin embargo, ambos hacen que el bosque sea hermoso. Vendrá tu hora y te levantarás a las alturas que he propuesto para ti.”
“¿Cuán alto debo levantarme?”, pregunté. “¿A qué altura llegará a crecer el bambú?”, me preguntó en respuesta. Pensé un momento y contesté con un poco de duda, “¿Crecerá cuan alto como pueda?”
“Sí”. Me dijo, “Y tú me glorificarás cuando levantarte tan alto como puedas”
Cuando me despedí del bosque y de mi alentador diálogo con el Señor salí dándome cuenta de que Dios nunca dejará de obrar en mi vida porque nunca se desalienta conmigo.
(Proverbios 12:3) “El hombre no se afianzará por medio de la impiedad, y la raíz de los justos no será removida.”
posted by Prince and Gina Parker @ 9/19/2006 02:11:00 p. m.,
